La familia que vendía, literalmente, el tiempo
En el siglo XIX los relojes todavía eran relativamente imprecisos, de modo que había que sincronizarlos bastante a menudo. En 1836 los responsables del observatorio de Greenwich pidieron a un ayudante llamado John Henry Belville que los librara de la gente que se pasaba el día llamando a la puerta para «poner su reloj en hora»; la idea era que bajara a la ciudad a llevar el «tiempo medio de Greenwich» (GMT) a la gente.El buen hombre pensó en ganarse un dinerillo vendiendo, literalmente, la hora...